De mayor a mayor: enseñar en la tercera edad
Los 32 centros de mayores de la región retoman el programa ‘Mayores maestros’, en el que voluntarios con destrezas enseñan a sus compañeros hasta 150 actividades diferentes
Conchi Rubio tiene 60 años muy bien llevados, y una alegría que le baila en los ojos. Y en los pies: por eso es la profesora de sevillanas del Centro de Mayores de Usera. Pedro, de 76, les prepara a sus compañeros clases donde ... debaten sobre historia universal. Y, a su vez, es alumno de pirograbado, donde Fernando les enseña esta técnica. Pepe Toral (80 años) es maestro de pintura , y junto a Marina (de 81 años), han montado un espectacular Belén. Son algunos de los más de 850 mayores maestros que imparten clases sobre aquello que dominan al resto de las personas de edad que acuden al centro de mayores.
La escena se repite en los 32 centros de este tipo que existen en la región, y en los que se imparten 150 actividades diferentes, desde el yoga al tai-chi, el billar, la talla de madera, el inglés, la informática o el uso de móviles. Más de 257.000 personas mayores participaron en estas actividades en el último año prepandemia. Ahora, las clases se empiezan a retomar: entre septiembre y diciembre hubo recuperaciones por el tiempo perdido, y a partir de enero vuelven a las aulas todos aquellos interesados en aprender. Y sus profesores.
José Toral (80 años), profesor de pintura: «Me llaman todos los días los alumnos para empezar;quieren que vuelva»
«A mi me gusta mucho ayudar a la gente, disfruto; lo llevo en las venas». Esta barcelonesa de nacimiento, de padres andaluces y 50 años como vecina de Madrid , le pone una sonrisa a la vida aunque las cosas no siempre hayan sido de color de rosa: «Tuve Covid y estuve entre abril y mayo 12 días en el hospital, intubada y de todo. Tenía una melena larguísima, pero se me ha caído a trozos», lamenta. Sigue con oxígeno en casa por las noches, pero los lunes y martes nadie le quita sus clases de sevillanas.
«Con el Covid me he dado cuenta de que la vida hay que tomársela de otra manera», asegura. Está encantada con sus alumnos: «Quieren que les de mucha marcha», explica en el gimnasio, que comparte con las clases de gimnasia de mantenimiento .
Los socios de centros de mayores de la Agencia Madrileña de Atención Social (AMAS) son más de 420.000. Entre ellos, la mayoría son alumnos, pero también hay profesores: estos participantes en el programa de voluntariado ‘Mayores maestros’ . Como Marina, belenista consumada que enseña a otros compañeros que pasan de los 60 a montar un belén, casa a casa. Su inspiración es su hermana, que ha montado este año el Misterio que luce en el Convento de Santa Ana y San José.
Marina se toma tan en serio su trabajo, que este verano ya recogía plantas de la playa;y durante el confinamiento aprovechó para avanzar con algunas de las construcciones. «Todo lo hacemos nosotros: miramos en libros y nos documentamos para hacer un tradicional belén de Judea». A partir de enero, enseñará a otros a hacerlo.
Y no resta ni un mérito a su compañero, José Toral, que «borda las luces; no se ven». Toral fue electricista, y según explica orgullosa su mujer, «le han dado el premio al mejor voluntario de la Comunidad». Cuando se jubiló, comenzó a pintar, y ahora, con sus 80, es uno de los mayores maestros más queridos. Algún problemilla de salud le ha apartado temporalmente de las clases, pero está deseando retomarlas porque «me llaman todos los días los alumnos para empezar; quieren que vuelva, y yo lo procuraré».
En su grupo, advierte, «está prohibido enfadarse», porque reina la armonía. «Todos criticamos los cuadros de todos; eso es lo bonito», asegura. Y eso que en general, sus alumnos «son buenos. En especial una mujer, Marisa, que siempre pinta flores».
El caso de Pedro es singular: es alumno y profesor a la vez. Como alumno, está aprendiendo los secretos del pirograbado, una técnica de dibujo sobre madera con calor. Como mayor maestro, da clases de historia universal. «Les digo que se preparen un evento concreto, y a la semana siguiente lo discutimos en clase». De esos debates salen muchas veces facetas desconocidas o poco frecuentes de figuras clásicas, como el Cid Campeador. Con un punto crítico siempre, como procede en una mente científica. Pedro estudió Económicas en el Centro Ramón Areces, y también da clases de pintura «aunque soy un manta», afirma.
Socializar
Todos coinciden en algo: tanto dar clases como recibirlas es «buenísimo para socializar». Fomenta la autoestima y evita la soledad no deseada, recuerdan en la Agencia Madrileña de Atención Social (AMAS). Su gerente, José Manuel Miranda, explica a ABC que «desde el próximo año, la Agencia retoma esta actividad con medios propios». Recuerda que los centros de mayores han sufrido como pocos las consecuencias de la pandemia: «Cerraron desde el principio, en marzo de 2020, y no han abierto hasta el verano de 2021».
De ahí que «los mayores vengan con muchísimas ganas de retomar las actividades». Y ahí se encuentran a sus compañeros con más destrezas, dispuestos a transmitirlas. «Espero que en 2022 tengan el mismo éxito que en otros años», confía Miranda.
La Consejería de Familia y Políticas Sociales, que dirige Concha Dancausa , tiene en marcha un plan para redefinir, en esta legislatura, el papel de los centros de mayores: que no sean sólo lugares de ocio, sino también plataformas de divulgación de buenos hábitos.
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